Algunas maravillas esperan a pocos kilómetros de casa.
Si conoces España seguramente ya sabrás que no hace falta hacer muchos kilómetros para encontrar lugares increíbles. Enclaves montañosos de ensueño, pueblos con encanto y playas de lo más salado son el pan de cada día en una tierra rica en naturaleza e historia. Para los amantes de la carretera, España es un gran cuerpo surcado por venas de asfalto que recorrer en busca de paraísos perdidos. ¿A qué esperas para coger el coche y salir a encontrarlos?
San Juan de Gaztelugatxe, Vizcaya, País Vasco
Que no te asusten los poco más de 200 escalones que habrás de subir tras aparcar para llegar hasta la ermita de San Juan. Muy suavemente cuesta arriba, este estrecho camino tiene como premio coronar el islote de Bermeo que lleva por nombre Gaztelugatxe que, literalmente, viene a significar castillo de roca. Su belleza es indiscutible. La panorámica que regala de la costa vasca y, en días despejados, de parte de la cántabra una auténtica delicia. ¿Será esa la razón por la que muchos personajes famosos se han atrevido a caminar hasta aquí vestidos de gala para darse el sí, quiero?
Monasterio de Sant Pere de Rodas en el Empordà, Gerona, Cataluña
Pocos monjes en España supieron elegir un emplazamiento con mejores vistas que los que habitaron el Monasterio de Sant Pere de Rodas. La bahía de Llançà y el Port de la Selva parecen rendirse a sus pies sin miramientos. El gran edificio religioso ubicado en las faldas de la Verdera preside el paisaje con aplomo y sobriedad, con la serenidad pasmosa de quien sabe que sus cimientos están bien asentados. Sin duda alguna, este es un sitio para no perderse cuando uno recorre la catalana provincia de Gerona.
Faro del Cabo de Gata, Almería, Andalucía
Merece la pena lanzarse a la carretera para alcanzar el Mirador de las Sirenas, ese que descansa a los pies del Faro del Cabo de Gata. La vista del Mediterráneo que devuelve hace que la carretera merezca la pena. No por nada miles de personas lo visitan cada año. Sentir la brisa del mar en la cara y hacerse unas fotos espectaculares en sus inmediaciones son cosa obligada. ¿Y después? Diviértete conociendo localidades tan bonitas como la de San José, muy cerca de este punto de referencia turística de la costa de Almería.
O Cebreiro, Lugo, Galicia
Cuando la niebla vespertina envuelve las pallozas, el diminuto pueblo de O Cebreiro se vuelve mágico. Quien sepa escuchar podrá oír las leyendas que discretamente susurran sus calles, y quien sea de buen beber deleitarse con los orujos caseros que sirven en sus pequeñas tabernas. A 1.330 metros de altura sobre el nivel del mar encontrarás esta localidad de Lugo, la primera en Galicia del Camino de Santiago Francés. Con los peregrinos te cruzarás sin importar la época en que pases por allá.
Xàtiva, Comunidad Valenciana
Xàtiva, en castellano Játiva, es una de las pocas localidades españolas que ha conservado un topónimo prerrománico. Pero que no te engañe esta peculiaridad, su sabor es claramente medieval. Un paseo hasta su castillo y comprenderás por qué este enclave valenciano fue nombrado una de las siete maravillas de su comunidad. Siéntete caballero por un día a las sombras de su muralla.
Caleta de Famara, Lanzarote, Islas Canarias
Toma el coche y conduce hasta la volcánica caleta de Famara si buscas paz y tranquilidad. También si eres hombre o mujer de surf, pues cuando el viento sopla en la dirección adecuada este rinconcito de Lanzarote es ideal para pillar olas. Al atardecer siéntate y observa cómo se escapa el sol. Marcharás de aquí con una sonrisa en la cara y un beso del Atlántico, sabiendo por qué este rinconcito canario es capaz de robarle el corazón al más exigente de los viajeros.
Hervás, Cáceres, Extremadura
Cáceres es muchas cosas. Es el bello Jerte, es la animada Plasencia, y es también la histórica Hervás. Para muchos, esta localidad es una de las más encantadoras de la provincia. Las laberínticas calles empedradas de su judería esconden uno y mil tesoros, algunos con sabor a dulces kosher o a intensa torta del casar. Paséalas sin prisa hasta alcanzar la Iglesia de Santa María, en el punto más alto del pueblo. Desde allí se observa mejor que desde ningún sitio la belleza de un enclave de tejadillos rojos custodiado por montañas.
Los Lagos de Covadonga, Asturias
Enol y Ercina son los nombres de pila de dos grandes charcos que descansan entre los Picos de Europa, a unos 12 kilómetros de la emblemática Covadonga. Unos lagos que se muestran especialmente bonitos al amanecer, momento en el que sirven de espejo a la soberbia montaña asturiana que desde 1.918 es Parque Nacional. Ojo si quieres subir en coche, es algo que no puede hacerse las 24 horas del día por motivos de conservación. El resto del tiempo, hay un aparcamiento gratuito para que puedas dejar tu vehículo y disfrutar cómodamente de estas maravillas de la naturaleza.
Ruinas romanas de Baelo Claudia, Cádiz, Andalucía
Si eres un amante de la historia antigua te encantará visitar las ruinas de Baelo Claudia. Ubicada en la ensenada de Bolonia, en pleno Parque Natural del Estrecho, esta ciudad-factoría ha sabido conservarse como pocas. Fundada a finales del silgo II antes de Cristo sobre un viejo asentamiento fenicio-púnico, Baelo Claudia permite hacer un viaje en el tiempo. Si visitas su yacimiento podrás ver in situ tres templos dedicados a la Triada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y uno más a la diosa Isis. Cosa harto singular y casi única, pues solo se ha hallado una distribución similar en la ciudad tunecina de Sbeitia.
Las Médulas, Castilla y León
No hay antigua explotación minera más bella y célebre que la de Las Médulas de León. Situadas en la comarca del Bierzo y declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1.997, Las Médulas conforman un entorno paisajístico único en Europa al que, por suerte, puede llegarse en coche. Al menos una vez en la vida hay que visitar la mayor mina romana de oro trabajada a cielo abierto, una moldeada por los embistes del agua que en grandes cantidades se utilizó para robar a la montaña su dorado metal.