Etiopía es un país muy grande, es como España y Francia juntos así que se pueden hacer etapas distintas y muchos viajes distintos, cada parte de Etiopía es además radicalmente opuesta a otras, ya sea por paisaje, por etnia y por religión. Esta parte de Etiopía es la que podríamos llamar la zona tribal, un crisol antropológico muy interesante, los paisajes y los parques nacionales tampoco están nada mal.
Se sale de la capital, Addis Ababa hacia el sur en dirección Nazret y al llegar al pueblo de Mojo, nos desviamos hacia el sur (hacia los lagos y Shasheme), todavía por carretera asfaltada, aunque ya aparece algún que otro tramo de tierra empezamos a dejar el primer gran lago, el Koka a la izquierda, el paisaje es bonito y no pararemos de encontrarnos a gente por el camino, cuando pares a hacer tus necesidades y creas que estás solo te darás cuenta que en Etiopía siempre sale algún amable lugareño de cualquier lugar.
Pasamos el pueblo de Koka y dejamos otro gran lago a la izquierda mucho mayor que el anterior, el Ziwai, los paisajes cada vez son mejores y se pasan plantaciones de cereales y algunos invernaderos de flores, al fondo de los lagos podrás observar estribaciones montañosas importantes (hay varios picos por encima de 3.000 y 4.000 metros), el final de la etapa es el lago Nangano en la orilla del mismo hay un resort con cabañas individuales que está bastante bien y muy limpio, el único problema son los mosquitos, pero es que esto es África, es tremendamente gratificante levantarse temprano y disfrutar de la paz del lago, que es tan grande que tiene hasta pequeñas olas, en teoría te puedes bañar, pero eso es otra historia, yo cuando fui no hacía tiempo para bañarse, era agosto pero hacía fresquito. Ojo en contra de lo que pueda parecer, Etiopía no es un país, en general, excesivamente caluroso, es muy montañoso y la temperatura media puede oscilar entre 13 y 30 grados.
Sigues por la carretera, dejando a la izquierda el Langano y a la derecha los también grandes lagos Abiyana y Shala, el paisaje entre tanto lago en muy frondoso, a un lado hay montañas y al otro asoma el parque nacional Abiyata-Shala-Hayak, al llegar a Shasheme, situada al norte del lago Awasa, puedes parar y pasear por su mercado bullicioso, también se puede comer, en Etiopía (en los pueblos y ciudades medianamente importantes se entiende), siempre encontrarás un plato de espagueti disponible, su plato tradicional que es la injera, que está bueno o muy malo depende donde lo tomes, es un plato que hay que tener cuidado donde pedirlo, ya que se trata de teff fermentado en agua (una especie de creppe), relleno de carne, verdura, el problema es el agua o lo cruda que te puedan dejar la carne.
Aquí te desvías a la derecha y se acabó el asfalto, empieza a disfrutar de la conducción 4×4, los Toyotas antiguos que circulan por aquí son impresionantes, lo suben todo, los chóferes siempre encuentran una pieza de segunda o trigésima mano en cualquier sitio, por supuesto en la parte de arriba hay que llevar bidones de gasolina, plástico y tiendas de campaña. Llegas hasta Sodo y tomas camino sur hasta la ciudad de Arba Minch, volverás a encontrar asfalto.
Arba Minch es una ciudad situada entre los lagos Abaya y Chamo, estos lagos son preciosos, situados entre las montañas y el parque nacional de Nechisar, merece la pena echar un par de días, o uno a la ida y otro a la vuelta y navegar el Chamo, en el que hay unos enormes cocodrilos, hipopótamos y el punto fuerte de Etiopía, aves de todos los tipos, estoy seguro que no existe un país en el mundo en el que haya más aves que en Etiopía, si te gustan no saldrás de allí.
En el parque de Nechisar hay todo tipo de mamíferos desde herbívoros, hasta leones, sin embargo no es como en Kenya, ya que no existen muchas pistas, el paisaje es más escarpado y el vehículo no puede campar a sus anchas como por ejemplo en Masai Mara, no obstante si quieres ver animales te tendrás que quedar varios días y echarle paciencia, bueno y contar con un buen guía, el paisaje lo merece.
En Arba Minch podrás encontrar hoteles limpios y modernos (africanamente hablando), lo que ya será más complicado es que el suministro de agua dure todo el día, esto es para que vayas acostumbrándote a las siguientes etapas. A partir de aquí ya todo son pistas de montaña, tribus y paisajes. Nosotros teníamos 2 puntos base desde los que visitar tribus y poblados, eran Jinja y Turmi, en ese orden, aunque da igual si se hacen al revés.
El camino de Arba Minch a Jinja es para quitar el hipo, paisajes verdes, rojos (color del suelo) y amarillos se suceden y te vas encontrando gente de distintas tribus a los largo del camino, al principio te paras en todos lados a sacar fotos, estas carreteras te hacen depender de las condiciones meteorológicas ya que vas por caminos de arena y atraviesas montones de cauces de río secos, así que si llueve tienes que plantar tu tienda y adaptarte al ritmo de África, nosotros llevábamos a nuestro cocinero con provisiones en otro todoterreno, el problema es que íbamos quedando en puntos fijos de destino, con lo que la comunicación por radio también es importante.
Jinka, mi guía la definía como una ciudad moderna con aeropuerto, como era de espera era un pueblo grande muy agradable y en el que había un hostal para hospedarse, aunque nosotros acampamos, y el aeropuerto era una explanada de césped, llena de gente y de vacas, por cierto no he dicho que Etiopía es el país de las vacas, las puedes ver a miles, sólo en la India he visto tantas. Estamos en África. Los alrededores de Jinka son ideales para pasear, verdes montañas, gente agradable y dispone de un dispensario de Cruz Roja en el que atienden a gente de tribus, es un pueblo (ciudad) interesante.
Pero lo mejor de Jinka son sus excursiones, desde allí hay que ir al parque nacional de Mago, que tiene grandes mamíferos y lo que más llama la atención, montones de termiteros gigantes, es la New York de las termitas, pero sobre todo en este parque te encontrarás a la tribu de los Mursi, con sus platos en los labios y sus escarcificaciones y los Body que se alimentan de sangre de vaca únicamente y están muy gordos, yo por desgracia hasta ahora a estos últimos no he podido conocerles.
También tienes que visitar dos parques contiguos al anterior, la reserva salvaje de tama y sobre todo el Parque nacional del Omo, allí no hay que perderse a la tribu del río Omo, los Karo, el río Omo dibuja unos paisajes espectaculares, la zona merece el tiempo que le quieras echar.
El siguiente campamento lo montamos al sur, en Turmi, aquí estuvimos algún día más, el campamento estaba en una especie de camping situado al bode de un enorme caudal seco, muy bonito por cierto, de un río, en este “camping”, disponíamos de duchas, es decir de un bidón que los que cuidaban el camping rellenaban de agua y se estaba realmente a gusto, por la noche se podían ver miles de estrellas y los monos chillaban y a veces te despertaban, recuerdo las ricas sopas de lentejas que nos hacía nuestro cocinero, realmente estuvo bien.
Desde Turmi hay mil cosas que hacer, si vas hacia el norte, podrás visitar tribus Bena, Weto o Samai, si vas hacia el lago Chef Bahir, visitaras a los Herbore con sus collares de conchas marinas y si te vas a la frontera con Kenya verás a los Geleb, pero sobre todo a los que hay que visitar y convivir con ellos es con los hospitalarios hamer, la tribu más abundante de la zona y de costumbres muy interesantes. Un día estuvimos en una choza invitados a la ceremonia del café, otro presenciamos sus espontáneos bailes para relacionarse socialmente y otro día después de varias horas de caminata por las montañas, tuvimos el privilegio de asistir a la ceremonia del ukuli.
Pero estas tribus no son independientes unas de otras, si visitas mercados, verás gente de diferente tribu comerciando, incluso a veces se mezclan unos con otros (ojo no aleatoriamente), a esta zona también le puedes dedicar el tiempo que quieras, esto es lo más auténtico de África.
Desde Turmi volvimos a Arba Minch, volvimos a navegar por el bonito lago Chamo. Desde aquí vuelve el asfalto la mayor parte del tiempo, al día siguiente antes de llegar a Shasheme, visitamos el parque nacional de Awasa, vimos las impresionantes cataratas que se forman en el río Awasa y la idea era acampar en el parque pero fue imposible, así que en Awasa buscamos donde dormir, aquí el que haya viajado por África sabrá que en los sitios (la mayoría), donde no existe un hotel a lo occidental, el hotel hace las funciones de eso, de restaurante y de prostíbulo, suena muy mal pero es distinto que aquí, lo que quiero decir es que cuando lo utilizas como hotel no te das cuenta de sus otros usos y como la gente es tan hospitalaria estás bien, no obstante lo que si cuesta es lo de las sábanas, saqué el saco y a dormir, cuanto echaba de menos mi tienda de campaña.
La siguiente etapa era un largo recorrido hasta Addis Ababa y final de trayecto, la zona me dejaría marcado para siempre.