Desde este próximo domingo 1 de marzo, los pasajeros aéreos se encontrarán con una nueva inspección en su equipaje de mano: además de líquidos y objetos punzantes, se deberán extraer de la maleta, para ser revisados por separado, todos los dispositivos electrónicos y eléctricos. Se trata de una medida fijada por Bruselas y de obligado cumplimiento en todos los aeropuertos europeos, que supondrá para Aena un coste anual de 17 millones de euros.
La inspección, por tanto, incluirá a partir de ahora aparatos electrónicos como cámaras fotográficas, cámaras de vídeo, ordenadores o móviles, así como dispositivos eléctricos de gran tamaño como planchas, secadores, juguetes a pilas o máquinas de coser portátiles.
Las restricciones sobre aparatos eléctricos llegan más allá en algunos vuelos con destino a Estados Unidos, donde se exige incluso que los móviles, tabletas u ordenadores tengan batería o, de lo contrario, pueden ser requisados.“Durante el examen de seguridad, los agentes podrían pedir a sus propietarios que enciendan algunos aparatos, incluidos teléfonos móviles. Los aparatos sin batería no serán permitidos a bordo de la aeronave”, señaló el pasado julio la Administración de Seguridad de Transporte de EE UU (TSA, en inglés) en un comunicado.
El director de la red de aeropuertos de Aena, Fernando Echegaray, ha explicado este viernes que, para implementar esta nueva medida de control de aparatos eléctricos, el gestor aeroportuario ha previsto un refuerzo de vigilantes de seguridad en los puntos de inspección del equipaje de mano.
El nuevo reglamento europeo señala que «datos recientes han demostrado que nuevos modelos de ocultación de artefactos explosivos improvisados están siendo desarrollados por terroristas, con el fin de contrarrestar las medidas de seguridad aérea existentes en relación con la inspección del equipaje de mano».
Por ello, deben modificarse determinadas medidas de seguridad, a fin de «mejorar la mitigación de la amenaza de artefactos explosivos improvisados ocultos en el equipaje de mano».