San Gimignano (Toscana)
Desde lo alto de las torres de San Gimignano se divisa una región de prados, colinas tan ondulantes como las caderas de Monica Belucci y afilados cipreses que pespuntan los caminos. Esta pequeña población toscana fue un núcleo urbano importante en la Edad Media, cuando la principal carretera que unía Italia con el resto de Europa, la vía Francigena, le aportó prosperidad. De esta época datan sus principales monumentos, concentrados alrededor de las plazas de la Cisterna y la de la Catedral, con edificios medievales como el palacio Tortolini Treccani, las torres Güelfas Gemelas o el palacio de la Podestá.
Alberobello (Apulia)
La luz del Mediterráneo y la opulencia artística se alían en el Mezzogiorno, el extremo sur de la Península Itálica, con pueblos como Alberobello (en la foto) y sus ‘trulli’ (casas cónicas); Otranto, donde se encuentra el célebre mosaico del ‘Árbol de la Vida’ (del siglo XII), o Galatina, con los frescos de la basílica de Santa Catarina d’Alessandria. En pueblos de Apulia como Galatina todavía se practica el ritual de la ‘pizzica’, una especie de exorcismo para curar la mordedura de la tarántula. Se trata de una danza de ritmo frenético que se va intensificando hasta caer extenuado, porque se creía que con el sudor se expulsaba el veneno.
Pereto (Abruzos)
La Italia ignota se esconde en lugares como Pereto, un pueblo arisco y montaraz de 764 habitantes en la provincia de L’Aquila, en la boscosa región de los Abruzos, el último refugio del lobo de los Apeninos.
Arezzo (Toscana)
Secuencia de interior noche. Una iglesia de la Toscana, en Italia. Suspendida por un arnés, Juliette Binoche vuela hasta la bóveda sosteniendo una antorcha eléctrica. En su movimiento pendular, la lámpara desvela rostros, cuerpos, ángeles. La secuencia de la película ‘El paciente inglés’ fue rodada en la capilla mayor de la basílica de San Francisco de Arezzo, iluminada por la maravillosa serie de 12 frescos que Piero della Francesca pintó a mediados del siglo XV con episodios bíblicos y legendarios. Las sublimes pinturas tienen su reflejo en los lienzos del pintor francés Balthus. Fascinado por la obra, se empleó como lavaplatos en una ‘trattoria’ de Arezzo para contemplar la maestría de su composición; la luminosidad de sus blancos, azules y verdes; la hierática belleza de sus figuras.
Riomaggiore (Cinque Terre, Liguria)
Los acantilados de la costa de Liguria, cerca de Génova, esconden una serie de bellos pueblecitos de colores pegados al mar que reciben el nombre de Cinque Terre (Cinco Tierras): Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore (en la foto).
Belgirate (Piamonte)
La atmósfera de la Belle Époque se respira en las grandiosas villas que la alta burguesía europea construyó en las orillas del Lago Maggiore, como el Palazzo Borromeo de la Isola Bella, en Stressa, con su forma de barco y sus 10 terrazas de jardines, o Villa Fontana, en Belgirate (en la foto), donde pasó temporadas el poeta Gabriele D’Annunzio.
Bagno Vignoni (Toscana)
Bagno Vignoni se ubica en el valle de Orcia, sobre un suave paisaje de colinas, caminos bordeados de cipreses y casas de color albaricoque. En su plaza central se abre una humeante piscina con agua termal a 50ºC de temperatura. Aquí transcurre la secuencia central del filme ‘Nostalghia’, del cineasta ruso Andréi Tarkovski, gran premio de creación del Festival de Cannes de 1983.
Castelluccio di Norcia (Umbría)
Desde mediados de mayo hasta comienzos de julio, los prados de la llanura de Castelluccio di Norcia, en el parque nacional de los Montes Sibilinos, se cubren de millones de amapolas, lirios, anémonas y margaritas, un espectáculo natural conocido como ‘La Fiorita’.
Cefalú (Sicilia)
La vida en Cefalú, uno de los puertos desde los que salen barcos hacia las míticas islas Eolias, gira en torno a Corso Ruggero, su calle principal. La impresionante catedral normanda, una mole austera con aspecto de fortaleza, fue incluida en 2015 en la lista de patrimonio mundial de la Unesco.
Ravello (Campania)
Asomada al mar Tirreno, en uno de los enclaves más sugerentes de la costa Amalfitana, la villa medieval de Ravello se asoma al agua desde sus extraordinarias villas, miradores y jardines, que recuerdan a Greta Garbo, Jacqueline Onassis y Humphrey Bogart.
Corricella (isla de Procida, Campania)
“Un día, recorriendo los acantilados, vimos una amapola, luego otra; crecen aisladas entre las piedras en sombra, como campanillas chinas ensartadas a lo largo de una cuerda tensa. Seguimos el rastro de amapolas y llegamos a un sendero que desembocaba en una playa extraña y oculta. Estaba encerrada entre acantilados, y el agua era tan clara que se veían las flores marinas y los movimientos bruscos de los peces". La cita, de Truman Capote, describe la isla de Ischia, donde el escritor pasó la primavera de 1949, repartiendo su estancia con visitas a la vecina isla de Prócida (en la foto, el puerto de Corricella), donde Michael Radford rodó la película ‘Il Postino’ (‘El cartero y Pablo Neruda’).
Asís (Umbría)
Fueron necesarias más de 50.000 horas de minucioso trabajo para que los frescos pintados por Giotto hacia 1290 en la bóveda de la basílica superior de San Francisco, en Asís, pudiesen volver a ser admirados tras el terremoto que en 1997 sacudió la región de Umbría, en el centro de Italia, provocando el desplome de parte del techo y el ábside de la basílica. Discípulo de Cimabue, a quien pronto superó, el itinerario de Giotto como pintor y arquitecto pasa por Florencia, Roma, Rímini, Rávena, Nápoles y Milán, pero es en Padua y en Asís donde su obra alcanza las cotas más altas de perfección.
Portofino (Liguria)
La escarpada península que se abate entre los golfos Paradiso y Tigullio, en la costa de Liguria, atesora pequeñas playas, pueblos de pescadores, villas románticas y hoteles de lujo. En el exquisito puerto de Portofino recaló Guy de Maupassant en su velero ‘Bel Ami’.
Pitigliano (Toscana)
Encaramada sobre una montaña de toba volcánica, rodeada de murallas y dominada por un acueducto construido sobre dos arcos gigantes, esta localidad de origen etrusco que albergó una nutrida comunidad judía es también conocida como la Piccola Gerusalemme (Pequeña Jerusalén). Junto al acueducto se encuentra el castillo de Orsini y su museo de arte etrusco.
Castiglione Falleto (Piamonte)
Los pequeños pueblos de la comarca vitivinícola de Langhe (Piamonte) como Castiglione Falleto (en la foto) son el mejor marco del movimiento ‘slow food’ (comida lenta), que nació en 1986 en la vecina ciudad de Bra de la mano del cocinero y crítico gastronómico Carlo Petrini para reivindicar las tradiciones culinarias locales y los sabores de la tierra.
Castiglione del Lago (Umbría)
Por las colinas que rodean el lago Trasimeno, a 38 kilómetros de Perugia, se reparten una serie de pueblos donde vivió y trabajó Il Perugino (1446-1523): Castiglione del Lago (en la foto), de calles asfaltadas con pizarra; Paciano, una villa medieval enclavada en un precioso paraje de colinas boscosas y olivares; Panicale, donde pintó su célebre ‘Martirio de san Sebastián’, y Fontignano, la villa donde el pintor, después de terminar una ‘Virgen con el Niño’ en el oratorio de la Anunciada, murió de peste. Todos ellos pertenecen a ‘I borghi più belli d’Italia’ (los pueblos más bellos de Italia), un sello de promoción turística que valora la integridad del tejido urbano, la armonía arquitectónica y la calidad y conservación de su patrimonio artístico.
Barga (Toscana)
Apostado sobre una colina con vistas a las montañas alpinas, el pueblo de Barga es un lugar muy especial para los niños italianos: aquí tiene su guarida la Befana, esa especie de bruja buena que, a principios de año, trae dulces y juguetes. Sus palacios, construidos en la época de los Medici, siguen los moldes ‘quattrocentistas’ de Florencia.
Rapallo (Liguria)
Rapallo es un pueblo costero al sur de Génova, con cerros ajardinados y viejas villas que asoman entre pinares y palmas, con una playa jalonada de antiguos hoteles. Con Santa Margherita Ligure y Portofino, traza la exclusiva ruta de la Riviera italiana, descubierta por la élite británica a mediados del siglo XIX.
Anghiari (Toscana)
El 29 de junio de 1440, las huestes milanesas de los Visconti se enfrentaron a una coalición, dirigida por la República de Florencia, en la llanura que se extiende frente al pequeño pueblo medieval de Anghiari (en la foto), cerca de Arezzo. La célebre batalla, que ganaron los florentinos, debe su notoriedad al fresco, hoy perdido, que pintó Leonardo da Vinci en el Salón de los Quinientos del Palazzo Vecchio de Florencia entre 1503 y 1506.
Serralunga d’Alba (Piamonte)
Barolo es el nombre de un paisaje de viñedos en la región italiana de Le Langhe, en Piamonte, cerca de Alba, la ciudad de las 100 torres. Desde 2014 figura en la lista de patrimonio mundial de la Unesco, un galardón que abarca las siete comunas de la comarca: Barolo, Castiglione Falletto, Grinzane Cavour, La Morra, Monforte d’Alba, Novello y Serralunga d’Alba (en la foto).
Los pueblos más bonitos de Italia (2)
Gubbio (Umbría)
En el pueblo italiano donde san Francisco amansó al lobo se encuentra uno de los restaurantes más famosos de Italia, La Taberna del Lupo. Construida a los pies del monte Ingino, Gubbio (en la foto) cuenta con una insólita disposición urbanística, con una plaza, la Piazza Grande, sostenida sobre cuatro arcos gigantes a más de 20 metros de altura, sobre un ovillo de casas bajas y cuestas empedradas.
Isla de los pescadores (Stessa, Piamonte)
La de los Pescadores es única isla habitada de las tres que componen el archipiélago de las Borromeas, frente a Stessa, en el lago Maggiore. En agosto, durante la fiesta de la Asunción, hay una procesión de barcas de pesca portando la imagen de la virgen alrededor de la isla.
Brisighella (Emilia Romaña)
Cuna de ocho cardenales, apostado sobre una colina con vistas al valle, Brisighella pertenece al selecto club de ‘I borghi più belli d’Itali’a (los pueblos más bellos de Italia) y ostenta la ‘Bandiera Arancione’ (bandera naranja) al mejor turismo sostenible que otorga el Italian Touring Club. En su haber están también los títulos de ‘Città Slow’ (ciudad lenta) y ‘Città dell’Olio e del Vino’ (ciudad del aceite y el vino).
Collodi (Toscana)
La fama le llegó a este pueblo medieval a 15 kilómetros de Lucca y 32 kilómetros de Pisa de la mano de un muñeco de madera, Pinocho, y el autor de sus aventuras, Carlo Collodi. Collodi, que en realidad se llamaba Carlo Lorenzini, escogió como seudónimo literario el nombre de su aldea natal (en la foto), donde se pueden visitar los majestuosos jardines barrocos de la Villa Garzoni y un parque temático dedicado al célebre personaje infantil.
San Leo (Emilia Romaña)
Esta fortaleza mágica aferrada a un risco de 182 metros de altura toma su nombre del papa León I el Magno, que en el año 452 consiguió evitar el saqueo de Roma por las hordas de Atila, el rey de los hunos. San Leo se asienta sobre la montaña de Montefeltro, donde en época romana existía un templo dedicado a Jupiter Feretrius.
Polignano a Mare (Apulia)
Acantilados y casas blancas pintan Polignano a Mare, un puerto de pescadores en el tacón de Italia, una de las regiones menos conocidas del país, accesible con vuelos de bajo coste desde el aeropuerto de Bari.
Cingoli (Macerata, Las Marcas)
A Cingoli, la antigua Cingulum romana, se la conoce como el Balcón de Las Marcas, por su posición como atalaya (630 metros sobre el nivel del mar) sobre la región de Macerata, en Las Marcas. Por su centro histórico se reparten palacios, soportales e iglesias renacentistas como la de San Nicolò, donde se puede contemplar el lienzo ‘La virgen del rosario’, de Lorenzo Lotto.
Campo Ligure (Liguria)
Hasta 1884, cuando cambió de nombre, este bello pueblo de la Liguria, perteneciente a la asociación ‘I borghi più belli d’Italia’, figuraba en los mapas con el nombre de Campofredo (campo frío). Campo Ligure es hoy uno de los mayores productores de objetos de filigrana, un trabajo de artesanía realizado con finísimos hilos de oro y plata.
Montecastello di Vibio (Perugia, Umbría)
El arte de Perugino y Giotto, y pueblos tranquilos como Gubbio o Montecastello di Vibio (en la foto) invitan a acercarse a la región italiana de Umbría, menos concurrida que la vecina Toscana y asequible gracias a los vuelos de bajo coste a Perugia.
Gradara (Las Marcas)
El castillo de los Malatesta en Gradara (en la foto) y su burgo fortificado son una de las estructuras medievales mejor conservadas de Italia. El castillo se ubica en lo alto de una colina de 142 metros de altitud, con un torreón que se alza otros 30 metros dominando todo el valle.
Neive (Piamonte)
Neive, el nombre de esta localidad de la provincia de Cuneo, integrada en el sello ‘Il Borghi piú belli d’Italia’, deriva del ‘gens’ Naevia, el apellido de una familia patricia. En sus orígenes, el ‘Borgo Vecchio’ (casco histórico) de Neive fue una antigua ‘mansio’ (estación de servicio) de la Vía Aemilia Scauri, la calzada romana que discurría por la costa oeste de Italia, entre Capua y el estrecho de Mesina.
Norcia (Umbría)
Si Umbría es el corazón verde de Italia, Norcia (en la foto), un pueblo de 5.000 habitantes cerca del parque nacional de los Montes Sibillini, es su charcutería (‘norcinería’, en italiano). Un paraíso del ‘prociutto’, el salami y todas las deliciosas variedades de productos del cerdo y el jabalí norcino que tiene como centro la Piazza San Benedetto, con la basílica dedicada al santo que da nombre a la plaza (en la foto).
Opi (Abruzos)
Situado en un anfiteatro natural de montañas y bosques, la aldea medieval de Opi puede servir de base de rutas senderistas por el parque nacional de los Abruzos, refugio del oso marsicano.
Ostuni (Apulia)
Ostuni es otro de los pueblos blancos del valle de Itria, conocido como el valle dei Trulli por sus características casas cónicas, que se extiende por las provincias de Bari, Brindisi y Taranto e incluye los municipios de Alberobello, Carovigno, Castellana Grotte, Ceglie Messapica, Cisternino, Fasano, Locorotondo, Martina Franca, Noci, Ostuni, Putignano, San Michele Salentino, San Vito dei Normanni y Villa Castelli.
Passignano sul Trasimeno (Umbría)
Los alojamientos de turismo rural tapizan las colinas de Passignano, una comuna de 5.000 habitantes a orillas del lago Trasimeno que invita al senderismo, la cata de vinos, los paseos en barca o el ‘dolce far niente’. En la última semana de julio se celebra Passignano el Palio delle Barche, una carrera de barcas que recuerda la antigua rivalidad entre las dos familias nobles de Perugia, los Baglioni y los de Oddi.
Fuente: www.elpais.com