Hay islas que por su tamaño deben «apurar» al máximo la proximidad de su aeropuerto a la arena de la playa.
Eso no impide que lleguen los aviones más grandes, como en este caso un Boeing 747 de la compañía KLM aterrizando en la isla de St. Marteen, y pasando a escasos 15 metros de las cabezas de los bañistas.
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