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Diario de un viaje a Tailandia, un país tan exótico como entrañable / Diari d’un viatge a Tailandia, un pais tan exótic com proper

Diario de un viaje a Tailandia, un país tan exótico como entrañable (reproducimos texto y fotos de JULIAN GUISADO)

tailandiaUna de las tierras más amables del lejano oriente continúa luciendo su faceta más agradable a quien tiene a bien visitarla. Su amabilidad se muestra incansable y eterna.

Volvía de nuevo a Tailandia. Una sensación de relajación y bienestar me envolvía. La amabilidad de sus gentes, la delicadeza de sus movimientos y sobre todo sus sonrisas, unas sonrisas cautivadoras, plenas de ternura y cariño, me daban de nuevo la bienvenida. Entre los encantos de Tailandia, resulta imposible olvidar un gesto común y –paradójicamente- único entre sus gentes: las palmas de las manos unidas en compañía de una discreta inclinación de cabeza y una sonrisa tan entrañable como eterna.

Nada más llegar a Bangkok me dirigí hacia la estación de trenes. Nunca había subido a ninguno en este país y quería ir a Chiang Mai utilizando el ferrocarril. El coche cama, muy limpio y siempre atendido por los serviciales empleados, resultaba sumamente cómodo y agradable. Luego del largo recorrido nocturno, llegué a las 8 de la mañana a mi destino. Una guía, con el cartel de identificación de rigor, me esperaba amablemente en la estación. Después de los saludos habituales, me acompañó al hotel.

Nuestra ruta empezaría una hora después.tailandia

Chiang Mai es la principal ciudad del norte de Tailandia, capital de la provincia del mismo nombre y otrora también capital de Lanna Thai, el reino de un millón de campos de arroz.

Una de nuestras primeras visitas incluyó a los palacios de Wat (templo) Buppa Ram, Wat Suan Dok, Wat Chiang Man, Wat Ku Tao y Wat Phra Sing. Los nombres de cada templo se van sucediendo como un desfile de la cultura de este servicial pueblo. El Templo Phra That Doi Suthep es el más importante de Chiang Mai. Se encuentra sobre una montaña y fue construido en 1.383. Su pagoda dorada contiene las sagradas reliquias de Buda.

Una de las particularidades de los templos tailandeses consiste en su hermosa capacidad para reflejar y engrandecer el brillo del sol durante las diferentes horas del día. No se cansa el visitante de disfrutar este espectáculo de luces sin igual.

En aquel lugar, el tañido de las campanas me llamó la atención de manera particular. Había grandes filas de ellas de todos los tamaños y la gente al pasar a su lado las hacía sonar.

Subimos por una escalera Naga de 290 peldaños. Al final de ella, unos niños ataviados con su traje tradicional pidieron que les tomara una fotografía. Fueron varias y seguidamente extendieron sus manos. Unas cuantas monedas les hicieron felices por unos momentos.

Al pie de la montaña se encuentra el monumento a Khruba Sriwichai, que honra al hombre cuyos seguidores construyeron la primera carretera a Wat Phra That Doi Suthep. La gente pegaba pequeñas láminas doradas en su cuerpo, encendía pequeñas varas de madera y depositaban ramos de la flor de Loto.

Las visitas a los templos confirmaban mi percepción acerca de la profunda e incansable devoción y fe de los budistas. Nuestra guía ratificaba mi opinión cada vez que se reclinaba al pasar por algún templo. Precisamente esa profunda fe de los budistas me hizo reflexionar sobre la desidia en la cual algunos católicos y apostólicos abandonamos a nuestra religión.

Sin dejar de disfrutar del aura espiritual presente en cada esquina de Tailandia, por la noche visité el antiguo Centro Cultural de la ciudad, donde se celebraba un espectáculo de danzas de la región. Los bailarines del país, con su buen hacer, nos hicieron pasar una velada inolvidable. Los actos se llevaban a cabo por gente de todas las edades y los preciosos niños ataviados con los trajes típicos me cautivaron con sus sonrisas.

El Parque Nacional Doi Inthanon, con una superficie de mil kilómetros cubre la montaña más alta de Tailandia (2.565 metros). Allí se ubican las hermosas cataratas de Wachirathan, Siriphum y Mae Pan.

En Cahig Rai se encuentra el pueblo Pamee Akha, que es uno de los más pintorescos y accesibles de la provincia.

Después de varias horas de recorrido, llegamos al poblado de las mujeres jirafa. Allí debí pagar 500 bahts para poder entrar. En esa zona no hay más que este pequeño asentamiento. Las mujeres, ataviadas con espesos collares, me recibieron con tímidas sonrisas. Solicité a quien parecía el jefe del poblado permiso para fotografiar al grupo de mujeres y me pidió mil bahts. No me sorprendió en exceso: finalmente el dinero también suele ser muy apreciado hasta en estas tierras de profunda espiritualidad.

A primera hora de la tarde llegamos al legendario Triángulo de Oro. Desde un mirador se contempla toda el área que rodea la orilla del río marcando las fronteras entre Tailandia, Myanmar y Laos. En la época del tráfico de Opio los narcotraficantes no aceptaban otra forma de pago diferente al oro. Frecuentemente compradores y vendedores no se fiaban los unos de los otros y muchas veces cuando se efectuaban los intercambios de opio por oro, se libraban batallas para quedarse con toda la mercancía. En esas luchas encarnizadas, los frágiles barcos se hundían arrastrando con ellos todo su cargamento de oro. Muchos años después, los pescadores sacaban de sus redes el preciado metal del río. De esta apasionante historia proviene el nombre del lugar. tailandia

Luego de contemplar maravillosos lugares de la Tailandia interior, me dirigí en avión hasta Bangkok y allí me recogió un nuevo guía para llevarme en coche a Nakhon Ratchasima, donde se encuentra el templo Prasat Phanom Urng de estilo camboyano. El día estaba lluvioso, aunque no dejaba de ser idóneo para fotografiar aquel templo, del cual quedan cientos de leyendas de sus años de esplendor.

Al día siguiente, continuamos nuestra ruta hasta Ayutthaya, ciudad fundada en 1.350 por el Rey Ramathibodi I y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Durante cuatro siglos y hasta la mitad del siglo XVII, Ayutthaya fue la capital de Tailandia y una de las ciudades más espléndidas de Asia. Hoy en su Centro Histórico es posible viajar a través del tiempo, pasando de la época de mayor esplandor de la capital hasta su decadencia.

El templo Chai Watthanaran es una construcción angkoriana, con un enorme Prang rodeado por otros más pequeños que simbolizan el monte Meru. El Templo Phara Sri San Phet está ubicado en el recinto del Palacio Real.

Waterfall Pools in Erawan National Park Kanchanaburi ThailandEn Kanchanaburi encontramos selvas, ríos, heroísmos y tragedias. Una aureola envuelve la historia que difícilmente se olvidará. Más de 12.000 prisioneros aliados y 240.000 asiáticos dejaron su vida en lo que llamaron el ferrocarril de la muerte. Toda esa tragedia aún se respira cuando se visitan los cementerios de los soldados aliados, que sirven de testigos de los horrores que todas las guerras traen consigo.

Maravillas naturales

El Parque nacional de Erawan esconde una colosal cascada con una caída de 1.500 metros que se fragmenta en siete pequeñas cascadas con nombres míticos. “Vuelta a su Nido”, “Palacio del Pez”, “Pecho de Mariposa”, “Si estás aburrido no la bajes”, y “La flor”, son algunos de los nombres de estas pequeñas maravillas de agua y piedra. Se asciende una a una a través de un camino serpenteante. Una distaba de la otra entre 300 y 500 metros, siempre en ascenso. La séptima cascada se encuentra a un nivel de casi 1.700 metros.

Cerca de ese lugar, nos encontramos con una vía fluvial que gracias a la película “Un Puente sobre el Río Kwai”, nos hizo conocer el heroísmo y la tragedia que sufrió un pueblo durante la invasión japonesa.

El célebre puente fue construido por los soldados aliados y contaba con una longitud de 512 kilómetros, llegando hasta Birmania. Actualmente sólo quedan 130 kilómetros de construcción. Cada vez que sale el tren y cruza el puente, una ceremonia se celebra a ambos lados de la vía. El recuerdo de aquella trágica historia perdurará a través de los siglos.

Los días transcurren. Ciudades, templos y leyendas desfilan ante mi cámara. No es casual que me sienta un afortunado por poder revivir estas historias.

El viaje continúa y las maravillas orientales nos siguen acompañando. Entre otros encantos, de los cuales se pueden disfrutar en Tailandia, hay que destacar al Nakhon Phatom, el centro cultural más antiguo del país en el que se encuentra el Chedi más alto del mundo con unos 127 metros. En él reposan las reliquias de Buda. Fue construido hace diez siglos.

Y para el visitante que espera de Tailandia algún destino para la relajación y playas de ensueño, Krabi se perfila como una excelente opción. Allí están seguramente las playas más hermosas de Tailandia. Un mar salpicado de pequeñas islas de roca calcárea, playas de fina arena y aguas cristalinas componen unos de los paisajes más exóticos del país.

Phuket: islas de ensueño

tailandia paisajes3El tiempo no se detenía y el viaje tampoco. Después de navegar más de una hora, llegamos a la Isla de Phuket. Ese día la Playa de Kata se vestía de gala y grandes veleros estaban anclados en su pequeña bahía. Después de un fatigoso tiempo de navegación, un lugar de ensueño me esperaba entre tanta multitud. Las Playas Rawai y Chalong, aún más lejanas, todavía conservaban su naturaleza virgen. El templo Wat Tham Sua, enclavado en la roca, supone un lugar ideal para meditar. Se asciende por medio de una larga y empinada escalera.

El delirio de James Bond

En la provincia de los parques marinos de Ao, en la bahía de Phag Nga, se rodó la película de James Bond “El Hombre de la Pistola de Oro”. En estas aguas tranquilas hay unas 100 islas calcáreas, muchas de las cuales contienen grutas acuáticas que se pueden explorar y otras que las atraviesan. Hay numerosos lugares para hacer submarinismo y hermosas playas de arena fina para tomar un refrescante baño.

Diminutos paraísos

Las Islas Phi Phi, más al sur, conforman pequeños paraísos que salpican el mar. En la más pequeña de las islas, la Ko Phi Phi Don, se rodó la película La Playa, protagonizada por Leonardo Di Caprio. En este hermoso enclave, pienso que captar con la cámara tan singulares paraísos supone todo un desafío para el fotógrafo: ¿Cómo se puede encerrar tanta belleza en una pequeña diapositiva? Algo de magia habrá en esto de captar imágenes. Después de todo, la fotografía también puede resultar un tema divino.

Atardeceres de postal

tailandia paisajesEl final del viaje se acercaba inexorablemente y junto a él llegamos a Trang, provincia costera, ubicada a 829 kilómetros de Bangkok y que cuenta con una extensión de 4.917 kilómetros cuadrados. Su principal atracción turística reside en los parques nacionales marinos y terrestres, incluyendo playas e islas del Mar de Andaman, como Ko Kradan, Ko Ma, La Cueva de Marakat y otros santuarios de fauna silvestre.

Los atardeceres en Trang se componen por luces de los más sorprendentes colores que seguramente sólo son posibles en este lugar del planeta. El sol, en su marcha, nos deja como regalo sublimes azules y rojos que se entrelazan en un abrazo oriental que nos hace suspirar de melancolía. Participar de ese encuentro supone algo similar a alcanzar una gloria muy particular.

Una urbe fascinante

Bangkok, que es considerada por muchos como una de las ciudades más impresionantes y fascinantes de nuestro planeta, es también conocida como la ciudad de los ángeles y más de un ángel seguramente se camufla entre sus más de seis millones de habitantes. Dos mundos claramente marcados conviven en la Bangkok del siglo XXI: la ciudad vieja, copada de palacios y templos del siglo XVIII y la moderna con sus centros comerciales, acariciados por el río. Visité los monumentos de la ciudad, me relajé paseando por sus parques y me zambullí en sus mercados llenos de bullicio y colorido, donde el regateo amable es una tradición. Allí es posible comprar todo tipo de objetos, camisas, bolsos, relojes y maletas para la vuelta del viaje. El Phatphong, sin duda es el número uno.

Pasear por el río Chao Pharaya, el encantador “Río de los Reyes” y visitar el templo del Buda Esmeralda tailandia paisajes4(Wat Phra Kaeo). En el Palacio Real supone uno de los mayores placeres para quien tiene a bien pasearse por Bangkok. Los interiores del Palacio están vetados a los visitantes. Sólo con un permiso especial es posible disfrutar del brillo de los objetos de sus salones, que –se dice- es capaz de opacar al sol.

El templo del Buda reclinado (Wat Pho), del Buda de Oro (Wat Traimit) y el del Amanecer (Wat Arun) son algunas las maravillas que sorprenden por su deslumbrante belleza.

Una visita a Bangkok no puede prescindir del muy conocido, comentado y fotografiado mercado flotante. Allí vendedores de todo tipo ofrecen en sus pequeñas canoas abarrotadas de frutas, verduras y pescado. Es todo un espectáculo de colorido, donde los ocupantes truecan sus productos en medio de un griterio de voces y risas incesante.

Al igual que el resto del país, la capital desborda amabilidad. Allí pude presenciar fascinantes historias, cautivadoras gentes, inolvidables sonrisas. “Volveré de nuevo”, me dije mientras me hundía en las entrañas del 747. Volveré siempre.

Texto y fotos: Julián Guisado

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