Salto Pará: Cascadas con la fuerza de la Verdad

El estado Bolívar está ubicado en la región sur oriental de Venezuela y posee la mayor extensión territorial del país. Sus paisajes y atractivos naturales, culturales e históricos generan inagotables aventuras, teniendo como puerta de entrada, el río Caura y el Salto Pará, con sus vastos paisajes y venas fluviales que, gracias a su accidentado suelo rocoso, a formado cascadas de todos los tamaños y raudales de gran belleza.

CAURA: JOYA PRÍSTINA DEL NEOTRÓPICO

Serenas aguas color ámbar descienden desde las alturas del macizo Guayanés donde Venezuela y Brasil se encuentran al sureste del territorio nacional. Es el río Caura, segundo curso de agua dulce más importante del país que, confluye en el primero, el Orinoco, tras un largo transitar por las selvas de las comunidades indígenas ye´kwanas, sanema, hoti y guajibo.

Un territorio agreste dentro de un mosaico de relieves y paisajes constituye, gracias a su poca intervención, una cuenca en estado prístino.

Su alto valor en diversidad biológica, recursos hídricos y una notable belleza escénica hacen de esta región un destino para conocer y proteger.

REMONTANDO LAS AGUAS

Un creciente turismo de aventura se desarrolla en la cuenca del Caura desde los puertos fluviales de Maripa y Trincheras –municipio Sucre, estado Bolívar-, donde las comunidades indígenas ye´kuana también intenta abrirse paso en esta actividad.

Los viajes turísticos parten de alguno de los puertos locales para remontar el Caura, hasta la comunidad indígena “Boca de Nichare”, divisado en el trayecto numerosas comunidades de aves cotúas, garzas grises, garzas reales, algunos Martín pescador, loros reales, guacamayas tricolor, entre otras dignas representantes de la avifauna venezolana que hace gala la cuenca (475 especies de aves).

La espesura de la selva y la vegetación reflejada cuál espejo de agua en el Caura no goza de menor esplendor ante los visitantes al encontrarnos en presencia de una de las regiones de mayor relevancia florística del norte de Suramérica (2657 especies de plantas vasculares).

Al llegar a Boca de Nichare, dos churuatas (casas indígenas) hechas con un delicado trenzado para guindar hamacas y una comunidad ye´kwana receptiva al turismo, hacen de esta localidad ribereña un lugar para el intercambio de cosmovisiones, donde se pueden realizar visitas al conuco local –zonas de cultivo-, pesca artesanal indígena o pasear por alguno de los senderos de observación de aves.

Temprano al alba, el aullar de monos araguatos anuncian el amanecer, y la travesía fluvial comienza nuevamente hasta alcanzar “El Playón”, campamento turístico donde convergen múltiples churuatas de alojamiento, restaurant, servicios de baño con duchas y tiendas de artesanía, entre otros servicios.

Desde este punto se inicia la caminata de 7 kilómetros aproximadamente hacia el Salto Kuyuvi –en lengua ye´kwana-, o Pará como se conoce turísticamente.

Este sendero de cómodo transitar adornado naturalmente con hermosas heliconias, hacen del recorrido un camino de aprendizaje florístico, acompañadas con numerosas leyendas indígenas.

Al toparse con el primer riachuelo del sendero podrán observar a turistas refrescarse el rostro, incluso tomar de sus cristalinas aguas; más un ye´kwana sólo narrara que para ellos ese riachuelo es wiyü (orine de culebra de agua), por la cual no la tomará, pues de hacerlo, se enfermará y tendrá que ir con el piache o curandero indígena para sanarse.

Continuando por el camino se encontrará con una gran roca Sichü Wenüjüdü o Piedra donde nació un niño, quien aún vive -hoy adulto-, en la comunidad de Tadakwanña en el Alto Caura.

Tras este transitar entre leyendas y árboles de más de 30 metros de alto, se llega a la comunidad de Las Pavas con el constante rugir del Salto Kuyuvi.

Con premura la cascada llama. Desde un hermoso mirador se observan las múltiples caídas que componen el Salto Pará.

Un espectáculo visual sin comparación. El fuerte caudal de agua se lleva la racionalidad humana y sólo deja al descubierto un sin fin de sensaciones que alimentan el alma.

Si se queda a dormir en la Comunidad de Las Pavas podrá disfrutar del arrullo del salto y un grandioso amanecer junto al Pará, además de realizar varias excursiones en la zona.

Bajar a un playón próximo al salto y crucen el río Caura en curiara o bote de madera, para acceder a una islita ubicada en medio de las cinco caídas de agua, es una experiencia fascinante donde sentirás la fuerza de estas cascadas de cerca y la llovizna que empapa hasta el espíritu.

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