Dubai, a la sombra del Burj Khalifa

El edificio Burj Khalifa, en Dubái

En un mundo tan grande y lleno de lugares fascinantes ¿qué se nos ha perdido en Dubái? Tal vez no sea el destino más emocionante, pero sí es indiscutiblemente moderno (incluso hipermoderno), diferente y lleno de energía. Con un deseo permanente por asombrar y sorprender al visitante, este minúsculo emirato rebosante de récords puede convertirse en el viaje perfecto para sibaritas futuristas, viajeros comidistas y compradores compulsivos, e incluso para hacer una escapada (sin riesgos) al desierto.

01 Subir al edificio más alto
En forma de cohete espacial, el Burj Khalifa es un edificio de récord: presume de ser el más alto del planeta (828 metros), tener el mirador al aire libre más elevado y, además, el mayor número de plantas (163). Por algo es el gran símbolo de este minúsculo país superlativo, esa foto que nadie puede dejar de sacar cuando visita Dubái.

Este hito de la arquitectura y la ingeniería tiene dos plataformas de observación, en las plantas 124 y 148, así como el restaurate-bar At.mosphere en la 122, el más alto del mundo. Fue inaugurado en enero de 2010 y en su construcción trabajaron –día y noche–hasta 13.000 obreros, para construir, durante seis años, una nueva planta cada tres días. En la plataforma de la planta 124 encontraremos potentes telescopios que nos permitirán ver los edificios más lejanos y simulan la misma vista nocturna de 35 años atrás. En la planta 148 la panorámica es una auténtica experiencia VIP: refrigerios, un circuito guiado y una pantalla interactiva de alta tecnología que permite volar hasta lugares emblemáticos de Dubai.

02 Un zoco (casi) como los de antes
Bajamos a la calle para dejar el acero y el cristal de los rascacielos y buscar un poco de autenticidad árabe, aunque sea en plan relamido e hiperhigiénico. En Madinat Jumeirah encontraremos una interpretación contemporánea de una aldea tradicional árabe, con su zoco, sus villas color arena con torres de viento, tiendas y restaurantes. Todo entre fotogénicos canales al estilo veneciano bordeados de palmeras. En Dubai nada es demasiado auténtico, pero este zoco es uno de los pocos espacios donde recordaremos que estamos en la péninsula arábiga. Aunque orientado al turista, con muchos cafés, bares y restaurantes junto a los canales, tiene cierto encanto, sobre todo por la noche, cuando se iluminan los jardines. En el centro, los laberínticos pasillos del bazar nos hacen recordar dónde estamos.

Desde el muelle del zoco de Madinat e puede explorar una serpenteante red canales de cuatro kilómetros de recorrido en un relajado circuito en abra (barca de madera). El desierto parece estar lejísimos mientras se navega por delante de jardines de buganvillas, frondosos plataneros e imponentes plameras, con el espectacular Burj Al Arab de fondo.

03 Bañarnos en oro
En el llamado zoco del oro no podría haber otra cosa, es justo lo que esperamos: un caótico laberinto lleno de resplandecientes joyas y gemas bajo un techo de celosía de madera que remite al ambiente de Las mil y una noches. Sobre la puerta de entrada al zoco, un letrero encima de una pantalla LED que reza “Dubai Dubai: City of Gold” anuncia que nos disponemos a entrar en una especie de moderna cueva de Aladino. A lo largo de un pasillo central con celosías de madera y y por sus estrechas calles laterales, hay cientos de joyerías llenas de oro, diamantes, perlas, plata y platino; desde sencillos anillos hasta intrincados collares de boda hinduistas.

En este zoco, visita imprescindible y deslumbrante, lo mejor es sentarse a contemplar el colorido teatro callejero, compuesto por hombres afganos que arrastran carros de mercancías; mujeres africanas con coloridos caftanes y sus compras en equilibrio sobre la cabeza y locuaces mujeres locales que van de compras. Una curiosidad: frente a la joyería Kanz, en la entrada norte, se expone el anillo de oro más grande y pesado del mundo. Conocido como Najmat Taiba (Estrella del Taiba), tiene 21 quilates, pesa casi 64 kilos y cuesta tres millones de dólares (más de dos millones y medio de euros).

04 Lujo y cócteles con vistas
Desde el oro de los bazares la senda del lujo continúa contemplando la elegante silueta del Burj Al Arab, símbolo de los años de prosperidad de Dubái. Este emblemático hotel tiene un espectacular diseño que evoca la vela de un dhow, barco árabe tradicional. Es, para Dubai, lo que la Torre Eiffel para París. Finalizado en 1999, representa el summun de la experiencia de lujo. Levantado en una isla artificial, tiene su propio helipuerto y una flota de limusinas Rolls Royce con chófer a su disposición. Más allá de su impresionante vestíbulo, recubierto de pan de oro y con una llamativa fuente, cuenta con 202 lujosas suites. A pesar del los precios estratosféricos, tal vez nos podamos permitir un cóctel o una merienda en el famoso Skyview Bar del Burj. Su salón en forma de cápsula sobresale del edificio en la planta 27. Hay que reservar con mucha antelación pero nos espera una experiencia a lo Star Trek inolvidable.

También es posible bañarse en la Sunset Beach con el Burj Al Arab como telón de fondo, mientras el sol se pone por detrás del golfo.

05 De tiendas nómadas al siglo XXI
Una barca tradicional junto al fuerte de Al Fahidi, que acoge el Museo de Dubái. / AMAR GROVER/GETTY
Para comprender la curiosa (y reciente) historia del país, merece la pena visitar el Museo de Dubái, instalado en el fuerte Al Fahidi, la estructura más antigua de la ciudad. Ofrece una excelente visión de la transformación estratosférica que ha experimentado Dubái en pocos años: de una perdida aldea beduina a un centro mundial del comercio y el turismo. La ciudadela almenada que alberga la muestra fue la residencia de los gobernantes locales hasta 1896 y posteriormente funcionó como cárcel y plaza fuerte antes de convertirse en museo en 1971.

La presentación multimedia es toda una joya (aquí no se escatima en nada) y la colección del museo va desde dioramas sobre su historia hasta una exposición sobre los buscadores de perlas y una recopilación de los principales hallazgos de los antiguos asentamientos en Jumeirah, Al Qusais y otros yacimientos arqueológicos; dos mil siglos de historia a la sombra de los rascacielos más altos del mundo.

06 Arte, café y hamburguesas de camello
Apenas se escucha el ruido del tráfico en las laberínticas calles de Al Fahidi, barrio histórico de Dubái, recientemente restaurado y conocido anteriormente como Bastakia. En sus callejuelas peatonales encontramos casas de color arena coronadas por torres de viento que proporcionan ventilación natural. Hay unos 50 edificios que albergan tiendas de artesanía, exposiciones, cafés con terraza, galerías de arte y dos hoteles boutique.

Podemos, por ejemplo, asomarnos a Majlis, la galería más antigua del país, instalada en una antigua casa con torre de viento, o tomarnos un delicioso expreso en el Museo del Café, instalado también en un edificio histórico. A primera hora de la mañana y a última de la tarde tendremos la mejor luz para sacar buenas fotos. Otra opción original es comer hamburguesas de camello en la Local House.

07 El gran centro comercial
El Dubai Mall tiene 1.200 tiendas, pero es mucho más que un gigantesco centro comercial; es una forma de vivir y, para los visitantes, una oportunidad de entender a los dubaitíes. Podemos intentar ajustarnos a nuestro presupuesto o caer rendidos a las tentaciones que nos rodean, entre atracciones de todo tipo: desde un acuario gigante hasta un parque temático a cubierto con un enorme esqueleto de dinosaurio. Pero eso no es todo: el complejo cuenta con una avenida de la moda con una pasarela y un publicación mensual propia, así como todo tipo de tiendas.

En la fuente danzante veremos espectáculos coreografiados de lo más curioso mientras en el acuario y el zoo submarino nadan tiburones y rayas que podremos ver gratis desde fuera o, pagando la entrada, atravesar el túnel y que naden por encima de nosotros. Y podremos trasladarnos al Jurásico en el Souk Dome, que acoge ahora un esqueleto de dinosaurio prácticamente completo. Todo con un toque entre futurista y extravagante, como ocurre con muchas otras cosas en este país de excesos.

08 Viernes de ‘brunch’
Para sentirse como un dubaití hay que seguir sus costumbres y sus tradiciones locales. Una de ellas, a la que se suman todos los expatriados, es juntarse con los amigos en el brunch de los viernes. Muchos hoteles ofrecen enormes bufés de exquisiteces internacionales, puestos de cocina local y salas de quesos, postres y alcohol. Incluso los hay con barra libre de vino o champán, pensando en los numerosos visitantes y expatriados. Otros optan por el brunch sin alcohol, pensando en los locales.

Hay mucho donde elegir, aunque uno de los destacados es el brunch de Al Qasr Friday Brunch, en el hotel Al Qasr, con champán, sushi, marisco, foie, ensaladas, pastas, cordero asado… y todo lo que podamos imaginar. Es tan grande que a los clientes se les da un plano para ayudarles a elegir. Si preferimos algo amenizado con música, en el JazzPizzaExpress sirven un festín italiano con jazz en directo. En el Onshore Social, el brunch del club Zero Gravity, piensan en los trasnochadores: sirven el desayuno más tardío en el club de playa, desde las 15.00 hasta, si se quiere, escuchar a los DJ a partir de la puesta de sol. También para los que prefieren salir por la tarde, tenemos el Aquara, con vistas al Dubai Marina, donde sirven un brunch vespertino bajo las estrellas, donde el pescado y el marisco son las estrellas del menú.

09 Mercado en Deira
Deira es uno de los barrios más antiguos y carismáticos del emirato, nada que ver con los rascacielos del Dubái moderno. Lo mejor son sus mercados (de oro, de especias, de perfumes, de pescado e incluso de productos agrícolas), conformados por una maraña de estrechas calles llenas de sonidos y olores que cobran vida al atardecer.

Para disfrutar de esta otra cara del emirato, tenemos que darnos una vuelta por el mercado de pescado, el más grande y animado de Dubái, donde se venden langostas, enormes gambas, caballas y montañas de cangrejos azules. Incluso podremos comprar pescado y llevarlo fresco al contiguo Grill & Shark, en el edificio contiguo, donde lo cocinarán al gusto por unos pocos dírhams. Una recomendación: acudir muy temprano o a última hora de la tarde y, preferiblemente, llevar calzado impermeable.

Junto a este mercado hay otra plaza de frutas y verduras, aunque tanto los dubaitís como los numerosos expatriados que residen en el emirato prefieren ir al moderno y semanal Ripe Food & Craft Market en el parque Za’abeel (Downtown Dubai). Hay de todo, incluyendo especias locales, arte y artesanía, puestos de comida y café gourmet. Es uno de esos mercados de granjeros cada vez más populares en todo el mundo, que siguen la actual tendencia de los productos ecológicos y de temporada.

10 De safari por el desierto
Los rascacielos y los centros comerciales pueden hacernos olvidar que estamos en medio de uno de los desiertos más rigurosos del mundo y que, hasta hace muy pocos años, aquí solo había tribus beduinas. Por eso es imprescindible escaparnos al menos unas horas para recorrerlo, una experiencia inolvidable e irrenunciable. Y no es un excursión solo para turistas: son muchos los residentes que salen de la ciudad para recorrer las carreteras que rodean el emirato. Se puede realizar una escapada de varias horas para ver camellos o pasar un fin de semana de acampada o alojarse en uno de los resorts del desierto.

Para quienes dispongan de un poco más de tiempo, un safari de varios días en todoterreno es la opción más popular. Varias agencias, como Arabian Adventures, ofrecen circuitos con todo tipo de opciones, incluida, por supuesto, una cena en un campamento beduino bajo las estrellas.

 

 

 

 

 

Fuente:El País

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