A lo grande
Oriente de Jandía, Pájara, Fuerteventura
¿Qué playa puede competir con estos 28 kilómetros de jable (arena finísima) tendida al pie del macizo de Jandía, en la península homónima? Podemos fotografiarla desde el mirador de Pecenescal, ‘windsurfearla’ en la playa de la Barca o buscar desembocaduras de barrancos (Tierra Dorada, Los Canarios…).
De mirar boquiabiertos
S’Alga, S’Espalmador, Formentera
Estos 700 metros de arena nívea son la prolongación de la célebre playa de Ses Illetes, si bien trasladados a una isla de película de piratas —S’Espalmador—, a la que se accede en barca desde el puerto de La Sabina al tiempo que lo hacen decenas de yates. Llevar agua es primordial y, antes o después, pasear por la orilla hasta la torre almenara (el interior de la isla es privado). La cualidad translúcida del mar pitiuso, producto de la tarea filtrante de la posidonia, planta acuática endémica del Mediterráneo, vuelve contemplativo hasta al más obtuso de los mortales.
El edén naturista
Figueiras, Islas Cíes, Vigo, Pontevedra
De no ser por sus frías aguas atlánticas, Figueiras encabezaría cualquier top. Y lo haría por la harina que tiene por arena. Por su boscoso cortinón de fondo. Por sus aguas de vidrio perfectas para el buceo. Por su limpieza a mano y por la visión libre de embarcaciones (rige la prohibición de fondear). La mayoría elige el arenal de Rodas en detrimento de este rincón naturista, en un parque nacional de las Islas Atlánticas de Galicia que aplicará en breve la Carta Europea de Turismo Sostenible
Digna de un Robinsón
Trebalúger, Ferreries, Menorca
He aquí un ejemplo de cómo la movilización popular es capaz de salvar playas vírgenes de manos de los especuladores. La visita de esta playa es el broche de oro a una caminata de una hora de duración desde Cala Galdana pasando por Cala Mitjana y diversos pinares. Sortearemos la desembocadura de un torrente (quizá haya que mojarse), y enseguida 200 metros de naturaleza en estado puro rematada por una imponente pared calcárea. Nos quedamos con su invitación al baño sin tapujos, a merendar bajo los pinos en un marco bucólico de perdices y hasta de vacas y burros.
Mediterráneo muy natural
Ensenada de los Genoveses, Níjar, Almería
De nuevo el valor de la playa se aquilata por sus dimensiones. Descomunal, invaluable bahía del parque natural del Cabo de Gata comprendida entre el morrón Genovés y el altozano del Ave María (en la foto). El arenal, blanco y de grano fino, así como la suave entrada en el agua, aumentan su carácter impar. Cuando sopla, el viento golpea inmisericorde la espalda. Para evitar la masificación, en verano se aplican restricciones de acceso.
Gana la clorofila
Torimbia, Llanes, Asturias
Esta concha de gran formato atesora toda la belleza que la cornisa cantábrica es capaz de amasar en la costa. El alto de Torimbia —parapentístico— sirve de mirador (mejor en bajamar), pero lo suyo es llegar por el camino que parte casi sin desnivel desde el arenal de Toranda. Naturista por historia y vocación, Torimbia atrae por el verde de tojos y helechos y está dotada con un camaleónico chiringuito. Ojo, pese a su aspecto aplacerado, con mar de fondo Torimbia se torna peligrosa.
Mar de islotes
Cala Conta, Sant Josep de Sa Talaia, Ibiza
La sucesión de caletas que integran las platges de Comte (incluimos el muelle como zona de baño) se reparten por esta área natural de especial interés (ANEI). La visión desde el aparcamiento asombra: aguas esmeraldinas; un brazo de mar entre la isla d’es Bosc que se suma a la ringlera de 11 islas menores a desiguales profundidades de campo. Los hay que buscan desnudarse en el Caló d’en Xic. Al atardecer manda la terraza del Sunset Ashram (www.sunsetashram.com).
Lo urbano bien entendido
La Barrosa, Chiclana de la Frontera, Cádiz
El justo equilibrio entre desarrollo y naturaleza es lo que distingue a estos ocho kilómetros: desde el urbanizado paseo marítimo hasta el sector dunar, sin perder la sensación de integración en la naturaleza merced a los amplios espacios y a los acantilados bien conservados que aíslan al bañista de los hoteles. La nueva hornada de restaurantes apilotados sobre la arena ha añadido un toque chic a esta playa: ricas viandas en el Albatros y mojitos al atardecer acompañados de Carlos el del Bongo.
La trastienda del Mar Menor
Playa Negrete, Cartagena, Murcia
Al entrar en el parque regional murciano de Calblanque por el centro de visitantes Las Cobaticas (en verano hay restricciones de acceso a partir de las 10.00) buscamos el aparcamiento más al oeste, sin techado, que nos deja a la altura del naturista arenal de Negrete, intocado como el resto de Calblanque. Una pasarela entre palmitos lleva al visitante al imperio de los sentidos de estos 600 metros ricos en tonalidades ocres y pajizas, a los que el atardecer arranca destellos dorados. Cerrado por las puntas del Cojo y Negrete, el viento nunca resulta cortante y la arena se sacude con facilidad. Hay que tener en cuenta que el oleaje es de respeto y no hay socorrista.
Un sueño verde
Langre, Ribamontán al Mar, Cantabria
Langre es la materialización de la idea de una playa verde. Anchurosa, salvaje. Surfera. La orografía de líneas puras queda determinada por dos tramos arenosos respaldados por un colosal hemiciclo de paredes verticales de 25 metros de altura y rodeado de prados. Destino en sí mismo que invita a contemplar una y otra vez la reventazón de las olas. La zona nudista tuvo al divulgador Félix Rodríguez de la Fuente como uno de sus primeros bañistas.
Fuente : www.elpais.com