La Catalana, como a ella misma le gusta llamarse, es la ciudad más importante del Rosellón (unos 117.000 habitantes), una escapada perfecta desde Barcelona y base para explorar esta comarca del sur de Francia encajada entre los Pirineos y el Mediterráneo. El paseo por callejuelas que invitan a ejercer de bon vivant es además una lección de historia que culmina con el imponente palacio de los Reyes de Mallorca, construido intramuros en el siglo XIII, cuando Perpiñán fue la efímera capital terrestre del Reino de Mallorca.
9.00 La puerta fortificada
En un par de horas en coche, o en el AVE, se llega a Perpiñán desde Barcelona. Y, como homenaje a su poso histórico, abordamos la visita entrando por el Castillet (1, pinche sobre el enlace para verlo ampliado) la puerta fortificada que a partir del último tercio del siglo XIV era el único acceso a la amurallada ciudad. Este bello edificio, con un ala que traspasa La Bassa —el canal artificial que remansa las aguas del Tet y separa la ciudad nueva del centro medieval— fue prisión durante varios siglos y hoy es la sede del Museo de Historia de la Cataluña Norte.
10.00 El patrón de los pasteleros
Enfrente está la triangular plaza de Verdun, a cuyo alrededor se abre un dédalo de callejuelas con nombres que evocan los antiguos oficios medievales —encantadora la Rue des Cardeurs—. En la plaza se encuentra Le Grand Café de la Poste (2), con una terraza que hay que disfrutar en un día soleado. Cualquier calle que tomemos nos lleva directamente hasta el Hotel de Ville (3) (el Ayuntamiento), ubicado en el magnífico edificio de la antigua Lonja del Mar, sede del primer tribunal marítimo del mundo, una maravilla del gótico civil rosellonés en cuyo patio se puede admirar La Mediterránea, una de las exquisitas y delicadas esculturas del rosellonés Aristide Maillol.
El centro peatonal está atravesado por una calle abierta al tráfico que va cambiando de nombre —L’Argentière, de la Barre…— y en la que se acumulan los comercios y los bares. En la veterana pastelería Esparcel (4) es imposible no sucumbir a una tarta Saint-Honoré, de las que el santo patrón de los pasteleros estaría más que orgulloso.
11.00 Una gran casa gótica
Como muchas otras ciudades europeas, Perpiñán vive una reconversión en su casco antiguo, en el que jóvenes artistas y novedosas propuestas arquitectónicas y plásticas van tomado cuerpo. Sin duda el veterano certamen de fotoperiodismo Visa pour l’Image (www.visapourlimage.com), con más de 25 ediciones (la próxima, del 27 de agosto al 11 de septiembre de 2016), tiene mucho que ver y es un auténtico revulsivo en la vida cultural de la ciudad. En la calle de L’Argentèrie, 20, la galería de arte Utopia (5) brilla con la enérgica obra de Camelia Otero. En dos pasos llegamos a la plaza de la República (6), donde se mezclan edades y culturas, espacio de mercado, rodeada de terrazas placenteras —buen momento para el aperitivo— y con el gran Teatro Municipal en uno de sus lados. Por la Rue du Théâtre nos dirigimos hasta una de las casas más importantes de Perpiñán, la Casa Xanxo (7) (La Mano de Hierro, 10), un palacio gótico de principios del siglo XVI erigido por un rico comerciante de tejidos.
12.30 Sombreada plazoleta
Hora de comer y dos buenas opciones cercanas: el restaurante Les Antiquaires (8) (plaza de Joseph Desprès) y Le Figuier (9) (calle de Le Figuier), ubicado en una plazoleta maravillosa y sombreada y con una buena carta de vinos de la Cataluña Norte. Muy cerca queda la catedral de Saint-Jean (10), una obra maestra del gótico del sur de Europa. Delante se extiende la recoleta plaza Gambetta, desde la que se contempla la bella fachada de la catedral y el Campo Santo, el único claustro-cementerio de Francia, actualmente cerrado por obras de restauración.
15.00 Subida a la torre del homenaje
La tarde la reservamos para la visita a la gran fortaleza-palacio de los Reyes de Mallorca (11), elevada por encima de Perpiñán y con unas vistas impresionantes desde la torre del homenaje a los Pirineos, al Canigó y al Mediterráneo. La visita es un viaje en el tiempo, con sus dos capillas policromadas, los tres patios de armas, galerías porticadas y las estancias del rey Jaime II y su esposa, que reinaron en Mallorca, Valencia y el Rosellón.
17.00 Antiguo barrio judío
Desde aquí se puede dar el salto al barrio de Saint-Jacques (12), donde vive una numerosa comunidad gitana. Imperdible el mercado de los domingos por la mañana en la plaza de Cassanyes (13). De vuelta al centro, por la calle de François Rabelais, encontramos tres destacados monumentos: la iglesia de los Dominicos (14), que conserva uno de sus claustros y la capilla capitular; el Polvorín (15), construido según las artes militares de Vauban, y el convento de los Mínimos (16), construido sobre una parte del barrio judío, como lo atestigua el antiguo mikvé que hay debajo de la iglesia primitiva. En esta misma calle se encuentra el restaurante La Maison Rouge (François Rabelais, 41), ubicado en una de las casas más originales de la ciudad, de 1925, que fue taller y residencia del pintor impresionista Louis Bausil.
18.00 El reino de las magdalenas
En Perpiñán los dulces y los pasteles tienen nombre propio, el de Olivier Bajard (www.olivier-bajard.com), reconocido como el mejor pastelero de la Cataluña Norte. Las excelencias del taller (se puede visitar y comprar sus productos), como magdalenas de distintos gustos, delicias de chocolate y sus sofisticadas creaciones pasteleras, invitan a salir del centro de la ciudad para llegar hasta Agrosud (17) (Doctor Parcé, 355), donde se halla el cuartel de Bajard.
20.00 Un mítico equipo de rugby
De vuelta al centro, damos un último paseo para hacer algunas compras y cenar. Las opciones son muchas y todas tentadoras. En la calle de L’Ange, que lleva directo a la céntrica plaza de Arago y al Quay Sébastien Vauban, donde se halla la tienda del mítico equipo de rugby la USAP de Perpiñán, está el muy recomendable Les Enfants Gâtés (18) (L’Ange, 17). Otra opción es encaminarse a la plaza de la Revolución Francesa, con tres restaurantes; entre ellos, el Bistronomique Le 17 (19), especializado en pescados.
Fuente:El País