Aunque es un lugar en el que prefieres no acabar, hoy en día las cárceles abandonadas se han convertido en los sitios más de moda donde pasar las vacaciones. No tienes que violar la ley para acabar en el talego, solo necesitas tener sentido del humor, una mente abierta y el dinero de la condicional para pagar tu estancia.
The Liberty Hotel, Boston, EE. UU.
La antigua cárcel Charles Street es una leyenda de Boston. Inaugurada en 1851, en la prisión de 220 celdas han residido famosos convictos como Albert DeSalvo, alias el Estrangulador de Boston, Malcolm X y la tripulación de un submarino alemán durante la II Guerra Mundial. La cárcel se cerró oficialmente en 1990 por causas de aglomeración.
Hoy en día, el edificio se ha convertido en uno de los hoteles más pijos de Massachusetts. El hotel cuenta con un exótico vestíbulo desde donde se ven las celdas, con restaurantes de comida gourmet y con 298 suites, sorprendentemente espaciosas.
Malmaison, Oxford, Reino Unido
Con casi un milenio de vida, el hotel Malmaison de Oxford tiene una gran historia detrás. Originario del siglo XI, este castillo fue construido por los normandos durante el período de la Anarquía de Inglaterra y acabó destruido. Lo reconstruyeron de nuevo y lo volvieron a destruir durante la Revolución inglesa. Los pedazos restantes que quedaron de la estructura se convirtieron en una prisión de alta seguridad durante el siglo XIX.
Tras su cierre en el año 1996, parte de las instalaciones acabaron siendo patrimonio cultural, y el resto se convirtió en un centro comercial y en un conocido hotel boutique. El hotel Malmaison cuenta con una serie de lujos que los internos pueden disfrutar, como por ejemplo celdas con ventanas de 15 centímetros de ancho o la posibilidad de alquilar el elegante uniforme de rayas. Puede que incluso te encuentres con Mary Blandy, el fantasma de una antigua reclusa del siglo XVIII que se pasea por la cárcel de noche… El hotel también es un lugar popular para celebrar bodas.
Hotel Långholmen, Estocolmo, Suecia
Los prisioneros no pudieron planear su “gran evasión”, pero cuando te fijas en el impresionante entorno de la isla de Långholmen en Estocolmo te preguntas… “¿Y quién querría irse de aquí?” Esta pequeña isla fue en su día la mayor prisión de Suecia, con 500 celdas y preciosos jardines. Finalmente, la cerraron en 1989.
Se renovaron las instalaciones y en 1991 se convirtió en un bonito lugar donde poder escaparse de vacaciones. Ahora en la isla no solo hay un hotel de lujo, sino también un albergue juvenil. Da igual si eres un prisionero entrado en años o un adolescente que busca ahorrarse unos euros, las excursiones guiadas por la isla y el soleado patio interior son el lugar ideal donde disfrutar del lujo mientras cumples sentencia.
El Four Seasons de Estambul en Sultanahmet, Estambul, Turquía
Si quieres acabar encarcelado en la península balcánica este verano, podrías acabar en lugares mucho peores que entre las rejas del hotel Four Seasons de Estambul en Sultanahmet. Escondido en el casco antiguo de Estambul : El expreso de medianoche.
Con una arquitectura neoclásica fantástica, y a unos pasos del Palacio de Topkapi y de la Mezquita Azul de Estambul, la prisión abandonada acabó enseguida en manos de la cadena de hoteles Four Seasons y en 1996 la reabrieron como un hotel de lujo y balneario.
Prisión Karosta, Liepāja, Letonia
Si de verdad quieres saber cómo es la vida entre rejas, ¿por qué no te encierras en una celda de la Prisión Karosta de Letonia?
La prisión es un antiguo centro de reclusión militar controlado en sus orígenes por la autocracia zarista y más tarde por la KGB, que se reabrió como museo a finales de los 90 y desde entonces se ha convertido en una de las atracciones turísticas imprescindibles de Liepāja.
Por unos míseros 12 euros, podrás pasar un día como un recluso más, con tu camastro, tu comida de rancho y sentir todo el acoso de los guardias de la prisión que no van con tonterías. ¿Que viajas con niños? ¡No hay problema! La Prisión Karosta ofrece descuentos para los enanos alborotadores, además de educativas charlas sobre cómo convertirse en un miembro respetado de la sociedad. El desayuno no está incluido, pero el aparcamiento es gratuito.
El Het Arresthuis en Roermond, los Países Bajos
Para la mayoría de los hoteles que hemos elegido, su historia penitenciaria parece un lejano cuento de hadas. Pero la del hotel Het Arresthuis en Roermond, los Países Bajos, no lo es. No hace tanto de cuando encerraban aquí a peligrosos delincuentes, de hecho lo hacían hasta 2007. Fue en 2013 cuando se convirtió en un glamuroso hotel. Es más, quizás aún puedas oír los gritos en los pasillos de los antiguos reclusos. Aunque esperamos que no, claro.
Las 150 celdas se han transformado en 38 cómodos aposentos, incluidas cuatro suites llamadas: el Carcelero, el Abogado, el Director y el Juez. Cada habitación está decorada mezclando el diseño holandés más puntero y el estilo original del penal de 1863. Por ejemplo se conservan las puertas de la prisión, ¡a las que ahora les puedes echar la llave desde dentro!
Aparte de las habitaciones, hay “Restaurantes penitenciarios”, donde las gachas han sido sustituidas por sabrosa cocina de autor que se sirve en una mesa comunitaria. Pero no te preocupes, si quieres un poco más de realismo, los alcaides te enseñarán encantados un vídeo con diapositivas de la mala fama que tenía la prisión.
The Old Mount Gambier Gaol, Mount Gambier, Australia
En la categoría más austera de prisiones reconvertidas en hoteles encontramos a The Old Mount Gambier Gaol, en de la soleada costa de Limestone en Australia. Clausurada como prisión en 1994, las viejas instalaciones acabaron en manos de una familia que las adaptó y convirtió en un asequible albergue para mochileros en 2010.
Con torretas para ametralladoras, un mural pintado por los antiguos reclusos de la prisión y situado a un tiro de piedra del famoso Blue Lake (el Lago Azul), este albergue ofrece alojamiento en bloques de celdas a un precio muy competitivo. Sin embargo, y a diferencia de los delincuentes, a ti te darán la llave de la celda, así que podrás entrar y salir a tu antojo.